QUÉ ES ORAR?
Orar es conversar y compartir con Dios. Al principio puede parecerte extraño, pero en la medida en que continúes haciéndolo, la oración llegará a ser más y más significativa. Aprende a ver a Dios como tu Padre, como tu amigo así te parecerá natural la oración pues esto es lo que normalmente hacemos con nuestros amigos y con nuestros seres queridos.
CUÁNDO DEBEMOS ORAR?
Si bien es cierto que la oración debe llegar a ser un estilo de vida, debemos tener también momentos especiales de oración. Empieza el día con oración, y ora en el transcurso del día. Lleva a Dios todos tus problemas. El se interesa en todo lo que te ocurre. Ya hemos dicho que la oración es la práctica de conversar y compartir todo con Dios, en una forma sencilla y libre durante todo el día.
CÓMO DEBEMOS ORAR?
Nuestra vida de oración debe ser tal, que lleguemos a conocer al Señor Jesús íntimamente. La eficacia de nuestra oración tiene relación directa con la comunión que mantengamos con Cristo. Antes de enseñar a orar a sus discípulos, Jesús dio unas orientaciones básicas para que ellos las tuvieran en cuenta:
“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” (Mateo 6:6)
Como podemos ver, la oración se traduce en momentos de intimidad con Jesús.
“Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.” (Mateo 6:7,8)
Orar es hablar con Dios de manera espontánea; por eso Jesús dijo que no usáramos vanas repeticiones. Se trata de un diálogo natural con Dios.
“Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.” (Mateo 6:5)
La oración es un acto personal. No existen "fórmulas mágicas”, por lo tanto, cuando ores no pretendas hacerlo como lo hacen otros, eres tú delante de Dios, y preséntate a Él con humildad.